LA HISTORIA
La historia de Bodegas Berceo está estrechamente ligada a la historia y a la cultura riojana. Su existencia y fundación se remonta principios del siglo XIX, concretamente al año 1801
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Quiero fer una prosa en román paladino, En qual suele el pueblo fablar a su vecino, Ca non so tan letrado por fer otro latino: Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino.
La familia Muga Barahona fue la precursora de las hoy llamadas Bodegas Berceo. En esa época fueron creadas como negocio familiar sin contar ni si quiera con un nombre comercial. Al comienzo se construyó una pequeña bodega sobre unos terrenos propiedad de la familia, conocidos como las Heras de Santa Lucia.
Décadas después de su fundación, en 1863, los viñedos franceses estaban siendo devastados por la Filoxera, una especie de pulgón diminuto que se fija en las hojas y en las raíces de la vid y chupa la savia de las plantas lesionándolas y, finalmente, matándolas.
Por este motivo, los viticultores franceses se vieron obligados a buscar en España e indagar en diferentes zonas de cultivo hasta que encontraron en La Rioja, en la zona norte y más fría, las condiciones idóneas para la producción de sus vinos.
En esa época, Luis Muga Barahona poseía unas tierras en la ciudad de Haro de las que un bordelés con un gran poder adquisitivo, llamado Guy Hageman, se quedó prendado. Éste compró las tierras a Luis Muga para construir, en 1872, la primera bodega de toda la ciudad de Haro, que es lo que hoy conocemos como Bodegas Berceo.
Hageman decidió diseñar una bodega que se ajustase al estilo bordelés, ideada de tal forma que se pudiese trabajar por gravedad durante todo el proceso de elaboración, evitando la manipulación y logrando así unos vinos de gran calidad.
La bodega, que parece sacada del barrio Chartrons de Burdeos, fue cambiando de propietarios hasta que, en los años cincuenta, y con gran empeño por recuperar esta joya, la familia Gurpegui Muga logra obtener de nuevo la propiedad.
Las bodegas son llamadas así en honor a un monje y poeta del siglo XIII que vivió en el Monasterio de Suso, en La Rioja, llamado Gonzalo de Berceo. Éste fue quien, en una época en la que el latín era el único idioma considerado culto, y en la que el árabe y el vascuence eran las lenguas predominantes de la zona, se atrevió a escribir los primeros versos en castellano en los que utilizó, además, al vino como tema principal.
Gonzalo de Berceo es considerado el padre del castellano. ¿Qué mejor homenaje a sus primeros versos, con mención explícita al vino, que poner su nombre a la bodega más emblemática de la ciudad de Haro?
Es por ello que todas las etiquetas de las marcas de Bodegas Berceo están ilustradas con una imagen del Monasterio de Suso, lugar que fue testigo del primer escrito en castellano y con el vino como protagonista. Este convento, además de presentar una arquitectura admirable, adquiere tal importancia histórica y lingüística que, en 1997, es nombrado Patrimonio de la Humanidad por ser considerado la “cuna del castellano”.
Tras mucho esfuerzo, la familia Gurpegui Muga consigue que el ayuntamiento de Berceo les autorice para poner el nombre Berceo a la bodega. A partir de ese momento es cuando se intenta registrar la marca Gonzalo de Berceo como marca comercial. En un primer momento se deniega la petición, ya que una marca comercial no puede tener el nombre de una persona o lugar que haya sido condecorado con el título de Patrimonio de la Humanidad. No contentos con este primer intento, la familia Gurpegui Muga consigue acercarse a su objetivo registrando el resto de marcas comerciales.
En primer lugar obtienen Viña Berceo. El motivo por el que se facilita esta concesión es que la familia poseía un viñedo en el término municipal de Berceo y, en esta ocasión, se considera razonable permitir que la marca lleve el nombre de la tierra en la que nace. En un segundo intento, la familia Gurpegui Muga consigue la autorización de las marcas Gonzalo de Berceo y Los Dominios de Berceo, por guardar una estrecha relación con Viña Berceo.
Bodegas Berceo fue adquiriendo reputación y su vino se consagró como uno de los mejores de la denominación. El negocio familiar comenzó a expandirse a otras zonas vitivinícolas. La marca Gonzalo de Berceo logró tal éxito que el propio Gobierno de La Rioja quiso comprar la marca para denominar así al vino genérico de DOCa Rioja.
En la actualidad, la dirección de las bodegas está a cargo de la quinta generación de la familia Fernández de Manzanos, liderada por Víctor Fernández de Manzanos, quienes continúan trabajando con la familia Gurpegui Muga para perpetuar el legado recibido.